RESPETANDO
A LOS DEMÁS
Intervención
urbana, subversión amparada
Luis encontró un
símbolo de prohibición en la autopista que define el perímetro de la Ciudad de
Buenos Aires. Dicho cartel le dijo a Luis: NO PINTE, RESPETE A LOS DEMÁS,
categoría que él encontró restrictivamente injusta. Adoptó este símbolo con el
propósito de redefinirlo, lo copió y lo pintó sobre algunos grafittis que
seleccionó en La Paternal, Luis ampara su actividad en el marco de la
prohibición, pero sus pinturas se alinean con ideas respecto de “lo artístico”,
emergen de otras pinturas y son del color original de las paredes en donde el
artista las encuentra. El cartel de prohibición de Luis es como si estuviera
extrayendo parcialmente aquellas “irrespetuosas” pintadas callejeras, pero
sobre todo es una pintada más.
Políticas
privatizadoras // Disponibilidad del Espacio Público //
Historia de
la Pintura
Luis trabaja con el
discurso de la pintura haciendo del acto de pintar un acto de habla.
Reutilizando la señalización diseñada por el gobierno para determinar la
imposibilidad de establecer en determinados soportes las expresiones
instantáneas que los grafiteros defienden como campo de comunicación, Luis
invierte las relaciones de poder que este tipo de determinaciones encierran,
porque ellas mismas son actos de habla pictóricos. Allí donde se dice que está
prohibido pintar, se lo dice pintando y es esta paradoja la que el artista
inserta en el debate acerca de las posibilidades de accionar libremente en el
espacio público. Esta insignia, pintada por alguien contratado para este fin,
exige a los demás que no realicen esa misma acción en este espacio, de modo que
una marca primera determina la imposibilidad de ser de toda marca secundaria y
en potencia.
Luis trabaja con
este círculo vicioso, deconstruyendo el discurso político y las restricciones
legales que supuestamente se plantean como política por la neutralidad, pero en
verdad tienen una pretensión ideológica determinante. No pintar, porque eso es
una falta de respeto a los demás, divide a la sociedad entre los irrespetuosos
y los respetables, estableciendo una jerarquía de relación basada en la noción
de mayoría (típico del discurso “democrático”). Respetar a los demás es no
realizar un acto de comunicación tan simple como pintar el propio espacio
público, porque en teoría los demás son muchos más que los irrespetuosos
grafiteros que pareciera que inundan de mal gusto la ciudad.
Dicho desde una perspectiva
ingenua, evidentemente, para los políticos que trabajan en planificación
urbana, es mucho más estético, plasmar millares de carteles de prohibición que
leer cada tanto inscripciones como “Tito Te Amo”o “Luca Not Dead”. Ahora, visto
desde una perspectiva pro-acción-intervención y apropiación del propio espacio
público, los políticos dan cuenta, por medio de su prohibición del poder real
que las pintadas callejeras encierran per se y esta prohibición es un
método coercitivo de control y denuncia en pos del silenciamiento del
pensamiento individual, autónomo y creativo. La prohibición, entonces, no es
una propuesta para mejorar la convivencia, es un método de control enmascarado
en el discurso del respeto a una mayoría imaginaria y muy probablemente inexistente.*Texto incluido en la documentación de PAPO 2012 Discurso. Paternal Arte y Política. Paginas 26 y 27. Catálogo presentado el 21 de septiembre de 2013 en LPEP
Catálogo completo: http://es.scribd.com/doc/169844716/Papo-2012