Día del trabajo. Guillermo Vanegas


ía del Trabajo, Luis Hernández Mellizo en 980 Descansar (2025), acrílico sobre tela, 140 x 200 cms. «… las relaciones de exterioridad entre partes son interacciones en las que las partes ejercitan ciertas capacidades de afectar —y de ser afectadas por—, otras partes, pero el ejercicio de esas capacidades no determina su identidad. Aquí la distinción que importa es entre propiedades y capacidades. Las propiedades son dadas, siempre son actuales y, por tanto, sí son determinantes de la identidad de una parte, mientras que las capacidades sólo son actuales cuando son ejercidas en una interacción.» Manuel DeLanda 1 Me parece que en su más reciente exposición, el artista bogotano Luis Hernández Mellizo analiza la base económica de la crisis actual viajando en el tiempo. Vuelve hasta 2008 para retomar de allí dos circunstancias: la entrevista que hace el lósofo Ignacio Farías a Manuel DeLanda en la revista Persona y sociedad, y la crisis de las subprime. Con el primero arma una Ignacio Farías (2008) «Hacia una nueva ontología de lo social. Manuel DeLanda en entrevista», en Persona y 1 sociedad, Nº 1, vol. XXII. Disponible en: https://shorturl.at/dSGFx. De armarse lo contrario, todas las citas provienen de este artículo.
carta de navegación; con la segunda evalúa, desde las ventajas que le aporta su propia perspectiva histórica, el desarrollo de un cambio sistémico: ¿y si se detiene el capitalismo? El artista proviene de una generación que cuenta con el equívoco privilegio de haber nacido en un país levantado de hijueputazo estatal en hijueputazo estatal (bajo la forma de entrega al narcotráco — privatizaciones y campañas políticas (de) paramilitares—, desaparición forzada institucionalizada —convertida, dos mandatos presidenciales después, en mecanismo de movilidad social entre tombos— y agresión contra las clases trabajadoras). Por lo mismo, reconoce fácilmente el signo que marca el inicio de un desastre. Y lanza tres hipótesis de economía política sobre la inación/manipulación de las masas (como concepto o materia) bajo la categoría del trabajo. También, mide los estratos derivados de la acumulación de materiales que emplea en sus objetos y la posibilidad de trasladar ese análisis a la puesta en escena de reuniones de personas en el espacio público. Todo esto con pinturas, harina intervenida u horas de video obtenidas en fechas especícas. Empieza recuperando alegorías sobre las actividades estudio-trabajo-descanso, (almohada mullida, libro leído, martillo depositado), para anunciarnos la transformación de sus modos pictóricos habituales: en esta exhibición su autor se muestra como tardomoderno que deja «sin terminar» la parte superior visible de cada una de sus telas y postula con esa decisión formal un tríptico doblemente trunco: enlazado por una línea de horizonte discontinuo, separado por las dimensiones de las paredes de la sala. Con ello metaforiza la desgracia del trabajador colombiano de principios del siglo XXI, que ha decidido vivir a solas su pesadumbre laboral y se autoconvence de que su verdadera felicidad sólo se cumple cuando sus enemigos de clase le dan más metros de cadena para salir a votar por ellos. Aquí, el artista exhibe un tríptico de la separación volviendo, gracias a la conguración espacial, a la idea descorazonadora pero cierta de que los contratistas colombianos nunca están más separados que cuando se quejan juntos. Retoma el deLandano las-partes-ejercitan-ciertas-capacidades-de-afectar-y-de-ser-afectadas-por-otras-partes, para analizar los efectos de la desunión gremial a largo plazo. La separación de cada una de estas pinturas destila una reexión sobre el potencial de las oportunidades perdidas, permitiendo series de preguntas retóricas: ¿y si la galería que las expone no las vendiera y éstas fueran montadas de nuevo en un espacio con paredes más generosas y mayor presencia institucional? ¿Superarían su subdesarrollado destino maniesto y, como muchos de nosotros, al n dejarían de errar para establecerse en un plano arquitectónico donde no les resulte (tan) difícil prosperar, esperando que mientras lo hacen no terminen (demasiado) expuestas a la extorsión de las fuerzas de (des)control del Estado? ¿Y si este encuentro se diera en la colección de un empresario neoliberal colombiano que cree que su amor por el arte es más por vocación que por aspiración, ocupa apartamentos enormes — dentro de las mismas tres cuadras del mismo barrio habitado por la misma gente que lo sigue mirando mal desde hace años— y cree que los días laborales terminan a las 10 de la noche? De coincidir bajo esas circunstancias ¿inspirarán en ese observador otra contrarreforma laboral para seguir dañando la humanidad de quienes trabajan para/junto con él? Mejor aún ¿y si fueran reproducidas en carteles de a tres y se mandaran a pegar el 1ro. de mayo de cada año en las calles de la ciudad que visite en ese momento su autor? O ¿qué pasaría si se las
miniaturizara hasta tener el tamaño de estampados en tela para uniforme de tres piezas — camiseta, bermudas, gorra— de aquellos David Murcia Guzmán de hoy y a quienes los más 2 envidiosos llaman «criptobros»? * Pan de oro (2025), pan y pan de oro; al fondo: Trabajar y Descansar Con esta pregunta abandono las pinturas separadas al nacer, y cuento las monedas que habré perder para convertirlas en memecoins mientras observo cómo Hernández Mellizo se mete con el asunto de las masas organizando readymades postalimenticios (cubre con hojilla de oro Nacido en Ubaté, en 1980, este capitalista de manual tuvo la calamidad de organizar una empresa de captación 2 de recursos durante el uribato y prosperar. Como nos estaba beneciando a muchos, obviamente, cayó bajo la hambrienta atención de Jerónimo Uribe, hijo de Alvaraco —quien para ese momento se la pasaba dando la orden — y para quitárselo de encima denunció que el tipo «había hecho unos pilotos para [atraer inversionistas en] un programa que iba a ser producido por el Body Channel, uno de los canales de televisión de la [empresa] captadora [de Guzmán…] A partir de esa entrevista, las medidas del gobierno de Uribe contra la captadora se radicalizaron. Nueve meses después, Uribe rmó unos decretos, bajo un amparo excepcional, que permitieron la liquidación e intervención de DMG. Posteriormente, David Murcia fue detenido y extraditado a Estados Unidos.» Véase, Redacción Cambio (2023, 13 de marzo), «Lo caro que le salió a David Murcia decirle “mal papá” a Álvaro Uribe» Cambio, https://cambiocolombia.com/poder/lo-caro-que-le-salio-david-murcia-decirle-mal-papa-alvarouribe
un pan francés que rompe por la mitad y monta sobre una repisa, organiza pirámide de panes tratados con el mismo procedimiento). DeLanda: «El todo tiene además sus propias capacidades y estas pueden ser ejercidas en interacciones con otros todos (interacciones entre comunidades o entre organizaciones, por ejemplo), pero también en relación con sus propias partes: una comunidad u organización puede afectar a las personas que son uno de sus componentes, ya sea para limitarlas (forzándolas a que obedezcan ciertas reglas) o para ofrecerles recursos a los que sólo el todo tiene acceso.» En este caso, el artista aprovecha su trato, precisamente, con sustancias alteradas con sustancias e invita a calcular su valor extra-artístico y a comparar utilidades según estén en una panadería o en el local que ahora ocupan. Apunta a la ecuación «Trabajo ajeno mal pago + Inversión › Creación de “valor”», no tanto para tasar la obra en costo monetario, como en su uso intelectual (el único donde, de verdad, nos es de provecho); y continúa: con el primer pan, deja a la vista un relleno de queso al cual no se acercan moscas atraídas por la lactosa fermentada. Entiendo que en algunos lugares a ese procedimiento le dicen «inmortalización» y que, por esa vía, el artista quiere llevarnos a pensar sobre los efectos de una «inmortalización» del sistema económico. Si cuando esto ocurra y todo se detenga, se desencadenarán interacciones extrapartes o se provocarán enlaces entre moléculas sociales cercanas. Evadiendo la tendencia mainstream harawayana de cierto sector artístico local —que se empeña en no leer (en serio) a Donna Haraway—, Hernández Mellizo evita ahora el optimismo sistémico y recuerda que ya durante la pandemia fuimos experimentando microversiones de lo que pasaría cuando los ujos de intercambio pararan. A esta memoria añade que algunos vieron las moscas salir de las bocas de sus fallecidos, sobre todo porque carecían de protección institucional suciente como para haberlos puesto en aislamiento; postulando que, cuando esto pase de nuevo, esas mismas organizaciones estarán tan debilitadas que no habrá dónde poner los cadáveres de nadie, comenzarán a apilarse, como en su otra obra con panes, en grupos triangulares para después quedar en montones tipo genocidio nazionista y, nalmente, en escombreras de (las) ciudades (que queden). Lo último sobre estos panes. Como vamos en caliente, por supuesto hay que decir: «¡DMG x 2!» y sonreír ante el gesto del artista con la gura que construye con las masas: metáfora de todo esquema Ponzi cuando de liberalismo se trata. El ensamblaje acumulativo de espiritualidades puestas a punto, objetos elaborados para facilitar el proceso, burocracias establecidas para controlar sus límites aceitados con, diría DeLanda, «medios de comunicación a larga distancia [que] crean la posibilidad de comunidades de amigos unidos por el teléfono (o internet), pero dispersos geográcamente.» La concertación como eje estructural. **
Videos del 1 de mayo (2012-2023) 5 y 15´ En la concepción aristoteliana, el organismo y la especie son diferentes ontológicamente: uno es un individuo particular, la otra es una categoría más o menos general. Pero el concepto darwiniano de la especie es que es también un individuo: nace en el momento de especiación, cuando una porción de una comunidad reproductiva se separa de otra porción y pierde la capacidad de mezclar sus genes con ella, y muere cuando sufre extinción. Las especies son tan históricas y contingentes, tan singulares y únicas como los organismos, pero existen a escalas espacio-temporales más grandes. En otras palabras, los organismos no son miembros de una clase general, la especie, sino partes de un todo que es igualmente individual. Manuel DeLanda Desde hace quince años y sin importar en qué ciudad ciudad se encuentre, el artista sale cada Primero de mayo a registrar en video los modos en que clases obreras, comerciantes informales, espontáneos y curiosos reexionan sobre una de sus derivas ontológicas: la de ocupar tiempo en actividades de producción por las que reciben papel moneda —o bonos o davipuntos o tokens o mierdas de mentiras que sólo pueden intercambiar en establecimientos de la misma marca (más o menos como cuando la Masacre de las Bananeras)—, mientras enriquecen a quienes pagan por ese tiempo —y perfeccionan sus condiciones de dominación. Este impresionante archivo de registros —por la descripción que hace de la vitalidad de grupos humanos unidos demostrando acuerdos sin acudir a la agresión como argumento, de comités de comercialización de viandas y servicios que les proveen sin engatusarles, de pandillitas tomberiles inltrándose para destruirlo todo—, subraya la utilidad de la imagen por acumulación: aquí Hernandez Mellizo sí se permite el optimismo y con DeLanda, asumen la carga de sostenerse. Cuando este responde a la última pregunta de Farías con un plan operativo, señala que
«Lo que faltaría es hacer todo el trabajo difícil que implica el implementar esta nueva distinción ontológica: cada generalidad reicada tiene que ser reemplazada por ensamblajes concretos. La entidad cticia que llamamos “el mercado”, por ejemplo, tiene que ser sustituida por ensamblajes de intercambio concretos, como bazares. Varios 3 de estos bazares se ensamblan y se vuelven áreas de intercambio regional (hacia el siglo XIV en Europa); después, varios de estos mercados regionales se ensamblan en mercados provinciales (hacia el siglo XVI) y varios de estos en el primer mercado nacional en Inglaterra en el siglo XVIII, un ensamblaje que implicó crear componentes como nuevos caminos y canales, y destruir viejos componentes, como impuestos y tarifas locales. Como cada generalidad reicada tiene que ser sustituida (no hay receta general para hacer esto), la cantidad de trabajo por hacer es inmensa. Si a esto le añades el explorar (matemáticamente o por simulaciones de computador) el plano de lo virtual (en las comunidades, organizaciones, ciudades, etc.), hay trabajo para el resto del siglo.» Por ejemplo, el de hacer arte para representar mundos nuevos, saber que esos mundos, como el mundo donde se escenican, poseen «capacidades morfogenéticas propias, esto signica que posee[n] el potencial de generar formas de manera independiente» , mostrárselos a quienes 4 deseen verlos, comprometerse con las consecuencias que tendrán sus cciones, verlos llegar a sus conclusiones propias y reiniciar. Hasta que lleguen las moscas. Luis Hernández Mellizo Estudios y ensayos de una manifestación Galería nueveochenta marzo 13 - abril 12, 2025 Bogotá —Guillermo Vanegas Flórez U otras estrategias de traspaso no desigual de recursos entre ciudadanos: trueque, colaboración, verdadero 3 enamoramiento. Karla Castillo Villapudua (20019) «Claves teóricas en Manuel DeLanda: de la ontología deleuziana, los 4 ensamblajes, emergentismo y la historia no lineal» , en Andamios vol.16 no.40 Ciudad de México. https://doi.org/ 10.29092/uacm.v16i40.705