La obra se hizo a sí misma. Maria Margarita García

Publicado en la revista Diners #423 paginas 76,77 y78. Junio de 2005 Bogotá Colombia.

Luis Hernández cuestiona el arte con una obra en la cual su intervención es mínima.

La obra se hizo a si misma


Luis Hernández sintió atracción por quienes creaban obras poco convencionales. Aun estaba en el colegio y no conocía a cabalidad las teorías que sostenía las tendencias del arte, pero encontró fascinante la manera como los creadores solucionaban sus propuestas plásticas. Por eso resolvió dedicar a su vida una actividad que le permitía crear, reflexionar y dar nuevas alternativas. No había sido niño prodigio ni se veía una notoria habilidad hacia el dibujo o la pintura, pero ya estaba convencido, como lo esta ahora, de que ‘el arte es una forma esencial para el desarrollo de una sociedad. Es un concepto relacionado con educación, cultura, pedagogía, vivencia, experiencia, y uno de sus propósitos es cuestionar, buscar otras miradas y hacer pensar’.
Que política y arte van de la mano lo ha demostrado desde 1998 cuando aun estaba en la Universidad Nacional y participaba en los Salones Universitarios. Hace cuatro años salió de las aulas y desde entonces ha formado parte de exposiciones realizadas por convocatoria como los Salones Nacionales y Regionales. Ahora por primera vez se ha lanzado a ruedo de una galería comercial, con obras en las cuales advierte su cuestionamiento del oficio del artista ‘son el resultado de una especie de hermenéutica, si se puede usar el termino en arte’. Indaga acerca de la naturaleza de éste y de su función y la del artista en la sociedad contemporánea.
En sus trabajos recientes titulados natural, retoma elementos populares como bodegones reproducidos en papeles de regalo y lienzos en los cuales es mínima su intervención. En ellos se percibe su mirada de pintor. ‘Pienso el arte desde lo visual aunque a lo largo de mi carrera haya realizado objetos o cosas animadas. Soy pintor en la medida en que tengo en cuenta la composición, el ritmo, el color, pero no me interesa ni la técnica ni el estilo’.
Sus lienzos, casi monocromáticos, surgieron cuando ‘no tenia mucho oficio’. Se concentro en recoger materiales usados tradicionalmente en la pintura, como el lienzo, y decidió no intervenirlo por que esto mostraba que no tenía nada que hacer. ‘Deje las telas a la intemperie como un proceso aleatorio. En realidad lo que importaba era el proceso y la idea’. De este modo elaboro obras mutantes que consiguieron su forma y color sin la intervención directa del artista, que decidió preparar la tela como si fuera a pintar en ella y la dejo a la intemperie por espacio de tres años. En ese periodo de transformación, la obra se hizo a si misma con la ayuda del sol, el viento, la lluvia y las partículas. Así surgió un trabajo abstracto, producto del proceso de deterioro. Luego el artista resolvió intervenir los lienzos con un secado industrial, los empalmo sobre los retablos y los fijó. Con sus lienzos cuadrados logro no solo dar la idea de estatismo sino además cuestionar el concepto tradicional del arte eterno, del estilo y de la autoría.
Mientras sus lienzos estaban a la intemperie, Luis Hernández se detuvo en otro elemento cotidiano: el papel de regalo, que usa en el trabajo como papel de colgadura. ‘Lo encontré en una papelería popular y me llamo la atención porque representaba una pintura al óleo de frutas y flores y tenia en los extremos un código de barras. Era una pintura mal hecha en términos de color y composición, pero esto me interesaba. Además era lo natural representado de una manera doblemente artificial por que es una pintura representada que a la vez representa frutos y flores’. Así, ha puesto en tela de juicio el arte adorno, mientras que se ha apropiado de elementos encontrados en sitios comerciales.
Con trabajos realizados con las bases del ready-made, Luis Hernández ha indagado sobre su propio oficio desde el proceso mismo de producción hasta la comercialización.