Hay en los proyectos de
Luis Hernández Mellizo un pensamiento crítico sobre el trabajo como forma de
vida. Enunciados plásticos que discuten el sentido histórico de la actividad
productiva que ha sido establecida como única vía hacía el progreso. Y en ese
marco, ubica al oficio del artista como otro más de la cadena de producción que
soporta al aparato económico ordenador del mundo. Ahora, esos enunciados
plásticos tienen un carácter convulso que apuntan a las inconsistencias de ese
ente ordenador. Los objetos, videos y pinturas, no sólo nos están diciendo
cosas sobre el arte sino también sobre las tensiones actuales entre el arte, el
trabajo y la vida. Nos seduce la belleza del objeto como obra y como cosa en el
mundo, lo que nos hace preguntarnos sobre el lugar de la obra de arte en el
tiempo presente.
El artista asume que el
trabajo es una forma de estar en el mundo, pero no una única forma. Ahí, Luis
Hernández pone al artista y a su oficio en un espacio en el que pueden emerger
otras posibilidades, donde es factible la reflexión sobre el sentido mismo del
hacer, no solo en términos de productividad sino también de creatividad y
placer. Así mismo pone sobre la mesa el
poder que tiene el arte para vaciar de sentido (de significación) aquellos
conceptos aparentemente inamovibles y que están sustentados en una categoría de
verdad. Nos dice entonces: es en el arte y con el arte donde pueden suceder
esas cosas.
Hernández entiende así a la
imagen como un constructo cultural hecho con signos, éstos mismos son los que
utiliza para subvertir el lenguaje a través de piezas cargadas de una especie
de humor negro y que - para completar - están siendo exhibidas en una galería
de arte. La jugada resulta sospechosa, incluso insostenible, pero creo que es
ese espacio impuro del pensamiento y de la interpretación el que interesa al
artista. El arte con mayúsculas está refiriéndose (en esta exposición) al arte
que categorizamos con minúsculas (arte-oficio). Luis Hernández alude a un hecho
inevitable precisamente en uno de los espacios (la galería) que por convención
institucionaliza EL ARTE. Abre entonces otro cuestionamiento: ¿para quién
trabaja el artista?.
El montaje nos refuerza la
paradoja[1] de la que ya es
contenedora cada obra dentro de la exposición. Las herramientas que también son
esculturas están apenas recostadas en la pared, desechas de su utilidad,
bellamente transformadas se anulan a ellas mismas. Libros intervenidos por el
artista que ya no pueden ser leídos. Un video-collage hecho de fragmentos de
televisión donde nos enseñan algunas cuestiones sobre la pintura. Un muro
empapelado donde han sido pintadas palabras que insisten en la premisa de la
productividad (…) Cada objeto estético dispuesto nos formula ideas sobre los
otros, hecho que hace surgir una polifonía corrupta sobre el papel del trabajo
en el arte y sobre el lugar del arte en el sistema de producción (capitalista)
que se soporta en el trabajo.
El hombre es y se reconoce
en tanto es un ser trabajador. La promesa del trabajo está “garantizada” por la
productividad del mismo en términos económicos. No se trabaja para sentirse
mejor consigo mismo, para autosatisfacer un deseo propio, tampoco se trabaja
para reflexionar sobre el mundo, ni para crear lo inútil. La maquinización y su
eco producen más deseos de progreso que un progreso en sí mismo. Y por
supuesto, como ustedes (espectadores) lo pueden evidenciar, esta exposición
está inserta en “el sistema”, no escapa a éste. Pero en un punto sí intenta
burlarlo y desmentir sus promesas (…) Ya lo decía Boris Groys en una de sus
intervenciones: “la verdadera libertad es no trabajar”[2] y aquí se refiere a “trabajar” en el sentido capitalista de la
expresión (...)
Érika Martínez Cuervo
[1] Dicho o hecho que parece contrario a la lógica. Figura
de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven
contradicción. © Real Academia Española
[2] Expresión tomada de un artículo sobre Boris Groys en la
Revista Ñ de Buenos Aires, a raíz de una visita que realizó a esta ciudad para
el lanzamiento de su libro Volverse público (2014). Publicada 16.04.15.